El pasado fin de semana, nuestro compañero V. Maciá Lledó Ronda, asistió al curso sobre avances en la fisioterapia de hombro.
Dicho curso, fue impartido por Lluis Puig, fisioterapeuta especializado en el tratamiento del hombro, quien es autor de varios libros de fisioterapia, ha sido ponente en diferentes congresos nacionales e internacionales y es colaborador en espacios de salud en radio y televisión.
Las lesiones de hombro son, por detrás de las lesiones de espalda, la segunda zona del cuerpo por la que los pacientes más visitan al médico y al fisioterapeuta. La articulación del hombro está diseñada para ser estable en apoyo, a gatas, y se ha tenido que adaptar a la bipedestación en descarga a lo largo de la evolución. Ello produce una sobresolicitación de las estructuras anatómicas, fundamentalmente de los tendones del manguito rotador, cuyas funciones son mover y, sobretodo, estabilizar el hombro. Dicha sobresolicitación, unida al envejecimiento natural, producen un alto porcentaje de lesiones en el manguito rotador a partir de los 50 años. A partir de los 70 años, el 50% de las personas sufren lesiones en dicha estructura, incrementándose hasta el 70% a partir de los 80 años.
Sin embargo, no todas cursan con clínica. Sabemos que el daño en el tejido no asegura la presencia de dolor, así como la sintomatología dolorosa no justifica el que haya daño en el tejido. Los pacientes con sintomatología en el hombro, refieren dolor y limitación de la movilidad. Esto conlleva a una alteración en la función del hombro.
El hombro es una articulación cuya estabilidad está comprometida por la forma de sus superficies óseas. La cabeza del húmero se articula con la glenoides de la escápula, pero ésta cubre apenas un tercio de su superficie total. Por lo tanto, la estabilidad del hombro depende del trabajo coordinado de la musculatura, fundamentalmente de la acción me los músculos que conforman el manguito rotador: supraespinoso, infraespinoso, subescapular y redondo menor.
Hay dos tipos de alteraciones biomecánicas derivadas del trabajo la musculatura, que conllevan a una sobresolicitación de las estructuras del hombro, como son la bursa subacromial y los tendones del manguito rotador:
- Por una parte, un descentraje anterosuperior de la cabeza del húmero, donde el deltoides y la porción larga del bíceps ganan en su acción de llevar la cabeza humeral hacia arriba, frente a la acción del supraespinoso de posicionarla en sentido descendente.
- Por otra parte, está el descentraje en rotación, donde los músculos rotadores internos (subescapular, pectoral, dorsal ancho y redondo mayor), ganan la partida a los rotadores externos (infraespinoso y redondo menor), llevando la cabeza humeral hacia la rotación interna.
Estas alteraciones biomecánicas, afectarán inicialmente a la bursa subacromial, cuya función es disminuir la fricción por el roce y la compresión. Esto produce una bursitis, pudiendo progresar a una lesión del manguito rotador, principalmente del tendón del supraespinoso.
Dentro de la valoración del fisioterapeuta, existen maniobras para identificar los descentrajes de la cabeza humeral anteriormente descritos. Igualmente, dentro del tratamiento de las tendinopatías, también tenemos técnicas para corregirlos. Una vez hemos conseguido esta corrección de la alineación de la cabeza del húmero, el tratamiento se completará con:
- Recuperación de la movilidad de las articulaciones del hombro: escapulo-humeral, escapulo-torácica y acromioclavicular.
- Reequilibrio dinámico: electroestimulación, ejercicios isométricos e isotónicos.
- Autoreeducación: estiramientos y ejercicios de tonificación
- Restaurar la fuerza de compresión: en carga, con barra vibrante, etc.
Al mismo tiempo, se valora la aplicación de técnicas para estimular la remodelación del tendón lesionado, como puede ser la Electrólisis Percutánea Músculo-esquelética (EPM).
Macià Lledó
fisioterapeuta col. 386