El ejercicio en el agua, ¿puede ser un aliado?
Efectivamente el ejercicio en el medio acuático puede ser otra buena alternativa, especialmente en el tercer trimestre. Es cuando la embarazada se encuentra más incómoda y fatigada cuando practicar ejercicio en el agua, donde la ingravidez favorece la descarga articular y beneficia el flujo sanguíneo a las extremidades, es una buena opción. En el agua se puede practicar la natación, realizar ejercicios contra la resistencia que ofrece este medio o simplemente relajarse.
Hasta cuándo poder sumergirse en el agua de una piscina durante el embarazo es algo que no todos los especialistas se ponen de acuerdo. Algunos médicos sugieren abandonar la actividad hacia el octavo mes de gestación, ya que a partir de ese momento parece existir mayor riesgo de desprendimiento, sin ser conscientes, del tapón mucoso que sella el cuello uterino y actúa como barrera, o sufrir una rotura de la bolsa amniótica, todo lo cual expondría a un alto riesgo de infección. Otros sin embargo consideran que se puede seguir disfrutando del medio acuático hasta el último momento. De nuevo es una decisión del médico que debemos respetar.
Como medidas básicas de seguridad podríamos recomendar que la temperatura del agua esté entre 28-32º, ducharse antes de entrar en la piscina para evitar cambios bruscos de temperatura, quitarse el bañador mojado cuanto antes al salir, sentarse sobre una toalla seca y no sobre el borde la piscina para evitar infecciones, y utilizar un calzado antideslizante fuera del agua.
¿Se pueden realizar ejercicios de “abdominales” durante el embarazo?
Bueno, esta pregunta sin duda es la más polémica de todas y la más difícil de contestar de forma breve y sin poder mostrar ejemplos. Aquí el problema radica en que el entrenamiento “abdominal” puede abarcar una gama de ejercicios muy diversos con características muy diferentes y, por otra parte, también tenemos que comprender los objetivos que se pueden esperar alcanzar y descartar aquello que no ha podido ser comprobado científicamente.
Sobre esto último, y resumiendo mucho, los investigadores han planteado la hipótesis de realizar ejercicios del “core” con la intención de prevenir, aliviar o tratar el dolor lumbar por su supuesta influencia sobre una postura más saludable y un tronco más estable, y por otro, para prevenir y/o tratar la diástasis de los rectos asociada al transcurso del embarazo. Además, con respecto a este tema, en la mente de las mujeres siempre está presente el propósito de recuperar estéticamente un vientre plano. Pero lo cierto es que ninguna de estas hipótesis parece haber sido definitivamente confirmada por los estudios científicos, o al menos no se ha alcanzado ningún tipo de consenso o unanimidad de opiniones expertas sobre ello. No obstante, personalmente yo sí soy partidario de realizar un entrenamiento del “core” con la intención de compensar la pérdida de estabilidad de la columna y favorecer una recuperación postparto más rápida, pero evidentemente no “todo vale”. En términos generales podríamos decir que se puede recomendar determinados ejercicios y posiciones de trabajo del “core” a baja intensidad durante (especialmente en el primer y segundo trimestre) y, progresivamente, después del parto. Sin embargo, también hay que dar ciertas recomendaciones de seguridad para que ese tipo de trabajo no entrañe riesgos y puedan cumplir con su cometido. Por ejemplo, se descartan todos aquellos ejercicios que pudieran someter a la columna lumbar a un alto estrés o al suelo pélvico a elevados incrementos de presión (por ejemplo, hacer flexiones de tronco desde el suelo hasta la vertical). En la misma línea, estaría desaconsejado realizar ejercicios tumbadas boca arriba a partir de la semana 16 o realizar ejercicios isométricos de alta intensidad durante más de 8-10 segundos. Sin embargo, todavía no se conoce un programa de ejercicios determinado como el más efectivo y seguro. Por último, la necesidad del fortalecimiento del suelo pélvico durante y después del embarazo es lo único sobre lo que casi ningún especialista discrepa, y es en este terreno donde los fisioterapeutas especializados pueden ser los más competentes.
Para concluir esta publicación, me gustaría decir que para aquellas mujeres en buen estado de salud y con un embarazo sin complicaciones y de bajo riesgo, hacer ejercicio debería ser más una obligación responsable que una “opción”, y para ello recomendamos ponerse siempre en manos de profesionales como los que contamos en nuestra Clínica Francisco Lledó.
D. Guillermo Peña
Licenciado Ciencias Actividad Física y Deporte
Doctorando en Ciencias de la Actividad Física y Deporte
Master Alto Rendimiento Deportivo
Master Entrenamiento Personal, Prevención y Readaptación Físico-Deportiva
Posgrado Actividad Física y Salud