¿Qué es?
Cuando pensamos en fracturas, siempre pensamos en un traumatismo fuerte y brusco que rompe el hueso, sin embargo, una fractura por estrés es una “grieta” en el hueso que se produce por micro-traumatismos repetidos o una excesiva carga en el hueso, es por eso que a estas fracturas se les suele llamar fracturas por fatiga o sobrecarga.
Fracturas de estrés más comunes en el pie
Este tipo de fracturas se pueden producir en multitud de huesos de nuestro cuerpo que están sometidos a cargas repetidas; pero si tenemos en cuenta que estas fracturas se producen por sobrecarga y traumatismos repetidos, es obvio, que nuestro pie será uno de los puntos con más riesgo.
Las fracturas más comunes en el pie son:
- Fractura del 2º metatarsiano: Es la fractura de estrés más común, ya que suele ser el dedo más largo y el que está sometido a mayor carga durante actividades como la carrera; aunque cualquiera de los metatarsianos puede sufrir este tipo de fractura.
- Fractura del 5º metatarsiano: Típica en deportes como el fútbol, o el baloncesto, donde se realizan desplazamientos laterales y saltos.
- Fractura del calcáneo: Suele aparecer en corredores que utilizan una técnica de carrera donde el primer apoyo se realiza con el talón.
- Fractura del astrágalo: Menos común, pero de gran importancia debido a la relevancia de este hueso en el movimiento del pie.
Sintomatología y diagnóstico de las fracturas de estrés
Suele empezar con un dolor fuerte que comienza al realizar la actividad física, pero desaparece o disminuye cuando se deja de hacerla (esto es debido a que se reduce la carga sobre el hueso). Puede aparecer algo de hinchazón, incluso algo de enrojecimiento.
Si no se trata y se sigue realizando la actividad física, el dolor suele aumentar y mantenerse en el tiempo, pudiendo hacerse continuo en la vida diaria.
Son fracturas difíciles de diagnosticar, confundiéndolas en muchas ocasiones con otras patologías. Para su correcto diagnóstico es necesario realizar pruebas complementarias como TAC, radiografía en distintas posiciones, resonancia magnética o gammagrafía ósea (en la radiografía simple en muchas ocasiones no se puede ver la fractura)
Tratamiento
El tratamiento pasa principalmente por el reposo, reduciendo la carga en la zona afectada, durante unas 6-8 semanas para que el hueso sea capaz de cicatrizar por sí sólo y generar un callo óseo.
Si la fractura pasa a mayores y se produce un desplazamiento de la misma, puede llegar a ser necesario algún tipo de inmovilización o incluso la cirugía.
Prevención
Para hablar de la prevención de este tipo de fracturas, es obligatorio pensar en cómo se producen, y como ya hemos dicho anteriormente, el principal motivo es la sobrecarga y los micro-traumatismos de repetición en una zona en concreto (por ejemplo, en corredores, en la zona del antepié, en los metatarsianos), por lo que tenemos que intentar reducir la presión y la carga sobre esas estructuras; para ello serán necesarias una serie de pautas:
- Calzado apropiado, siguiendo las indicaciones de nuestro podólogo, que nos aconsejará sobre el calzado más adecuado para la actividad que vamos a realizar.
- En caso de que la fractura se haya producido en el deporte, evitar el sobreentrenamiento y adaptar las cargas que recibe ese hueso.
3.Vigilar la superficie de entrenamiento, ya que superficies muy duras como el asfalto, aumentan el riesgo de este tipo de lesiones.
- En caso de que seamos corredores, es necesario una adecuada técnica de carrera, que nos evite sobrecargas innecesarias.
- Y por último, todo debe ir acompañado de un correcto estudio de la pisada y del gesto deportivo, realizado por un podólogo, para poder detectar las zonas de sobrecargas de nuestro pie y mediante tratamiento con plantillas personalizadas, poder reducir y repartir adecuadamente las cargas.
Dr. Aitor Pérez
Podólogo especialista en biomecánica
Podoactiva Alicante y Murcia
Responsable podología Newcastle United F.C.