Muchos pacientes acuden a nuestra consulta refiriendo inestabilidad articular, lesiones que no acaban de recuperarse o incluso lesiones similares en la misma articulación. Para una buena recuperación de la lesión y no volver a tener recidivas, es muy importante el tratamiento propioceptivo como parte de la fisioterapia.
¿Qué es la propiocepción?
La propiocepción es un sentido que nos mantiene informados de la posición de los músculos y de diferentes partes corporales, regula la dirección y el rango de movimiento y permite que reaccionemos automáticamente ante cualquier obstáculo inesperado.
Los receptores propioceptivos se encuentran en músculos, tendones y ligamentos y lo forman los husos musculares, órganos tendinosos de Golgi, los receptores de la piel y los receptores cenestésicos articulares.
¿Cuál es su principal función?
- Regular el equilibrio
- Coordinar los movimientos
- Detectar el grado de tensión muscular o estiramiento
- Enviar la información al cerebro, éste lo procesa y envía la respuesta a los músculos para conseguir el movimiento deseado.
¿Qué ocurre tras sufrir una lesión?
Este proceso inconsciente se puede ver disminuido o deteriorado en determinadas lesiones como periodos de inmovilidad (fracturas, intervenciones quirúrgicas, esguinces…). Aquí los receptores propioceptivos se atrofian y es la razón por la que podemos sufrir recidivas con mayor facilidad, ya que la coordinación y el control del movimiento están disminuidos.
Los síntomas principales son:
- Miedo a caerse por inestabilidad
- Descontrol del movimiento
- Falta de fuerza
- Problemas de equilibrio
- Nula reacción ante situaciones cotidianas…
¿Cómo trabajar la propiocepción?
La propiocepción se trabaja mediante sencillos ejercicios adaptados a las posibilidades del paciente y progresivamente vamos aumentando su complicación.
Se trata de un conjunto de ejercicios de equilibrio y coordinación, donde hay unos cambios de superficie; también podemos utilizar aros, bancos, bossu, plataformas inestables, etc.
Son importantes también los estímulos externos para favorecer las reacciones musculares reflejas aumentando de manera progresiva su dificultad; podemos realizarlas también de forma unipodal y limitando el campo de visión.
Aida Correas Pastor
Fisioterapeuta col. 388