El pie cavo se caracteriza por un exceso de altura en el arco interno y en el arco externo; esto provoca una pérdida de contacto en la zona media del pie teniendo tres consecuencias principales:
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Disminución de la superficie de apoyo. Aumento de presión bajo las cabezas metatarsales y bajo el talón.
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Convertimos una estructura que es como un taburete de tres patas, en uno de dos patas, apoyando sólo delante y detrás, por lo tanto, presentará una mayor inestabilidad a los movimientos laterales.
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Tensión en todas las estructuras que recorren el arco del pie. Principalmente encontraremos esa tensión en la fascia plantar, ya que sólo tendría apoyo en sus dos puntos de “anclaje”, cabezas metatarsales y el calcáneo.
En dinámica el pie cavo va a realizar una transferencia de cargas directamente desde el talón hasta las cabezas metatarsales, aumentando la tanto la presión como el tiempo de contacto bajo esa estructura; es por este motivo, que la metatarsalgia es una de las patologías más comunes en el pie cavo.
Otros problemas comunes en este tipo de pie a parte de las metatarsalgias son: fascitis plantar, inestabilidad, dedos en garra, exceso de altura del empeine y roce con el calzado…
Uno de los mejores tratamientos para este tipo de pie consiste en la utilización de soportes plantares a medida con el objetivo de repartir homogéneamente las cargas y conseguir que la zona del mediopié vuelva a tener apoyo, mejorando como consecuencia la tensión en las estructuras plantares y la estabilidad.
Aitor Pérez
Podólogo col. 2672
Especialista en podología deportiva